Adicciones a sustancias. Entrevista con el doctor y científico de la salud Rubén Baler
Entrevistamos a Ruben Baler, científico de la salud en el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los Estados Unidos (NIDA), donde trabaja en prevención desde el conocimiento neurocientífico, aportando información empoderadora a adolescentes para una mejor Salud Mental.
¿Cómo convive una adicción con otros problemas de Salud Mental?
Hay déficits o síntomas que son comunes o se manifiestan en muchos trastornos mentales. Es decir, hay síntomas que son transdiagnósticos y uno de ellos es la desregulación emocional, o sea, un déficit en la capacidad de regular nuestras emociones, que se puede manifestar de muchas maneras.
Por ejemplo, en la esquizofrenia, este déficit puede contribuir a casos de paranoia, persecución o brotes psicóticos mientras que en las obsesiones compulsivas aumenta la incapacidad de regular en lo que nos enfocamos y de darnos cuenta de que no hace falta tener tanto control. Esta desregulación emocional puede provenir de problemas bastante comunes en la infancia, que es cuando maduran los circuitos cerebrales que nos permiten desarrollar una regulación emocional robusta y adaptativa a todo tipo de situaciones.
El uso de una sustancia para modificar la química del cerebro y conseguir un estado de ánimo, que nos haga sentir bien o mejor, también refleja cierto déficit en nuestra incapacidad de regular internamente las emociones.
¿La adicción se considera un trastorno mental?
Se trata de un trastorno porque, si lo ves neutralmente, es la manifestación de un cerebro que no funciona como debería funcionar y que no está bien adaptado. Me gusta enmarcar el problema del trastorno de la adicción, y de cualquier enfermedad mental, en ese contexto: el cerebro es un producto que puede fallar por diferentes motivos, tanto sea por errores de diseño, de manufacturación, de desarrollo o de exposición a condiciones que lo sobrepasan. Una de esas condiciones que pueden afectar al cerebro del adolescente sería el consumo de sustancias.
Sin embargo, los términos enfermedad y trastorno pueden ser absorbidos y percibidos de diferentes maneras por diferentes personas. Poner etiquetas a diferentes condiciones tiene un impacto. El efecto es distinto en la gente que las pone, en la gente que las recibe y en los familiares. Mucha gente ve esas etiquetas como liberadoras, pero otra las ve como un estigma.
¿Existe diferencia entre los términos enfermedad y trastorno?
La distinción semántica es un poco vaga y gris. En psiquiatría normalmente se deja enfermedad, o disease en inglés, para las enfermedades neurológicas como Parkinson o Alzheimer, donde se puede medir la neurodegeneración y ver el daño físico estructural en el cerebro a nivel macroscópico. Hablamos de trastorno, o disorder en inglés, cuando se trata más de un problema de regulación, de funcionamiento y no tanto de daño estructural macroscópico. Por eso prefiero hablar de trastorno y de desorden de circuitos, porque es bastante más preciso y mucho más esperanzador pensar de esa manera.
El uso de una sustancia para modificar la química del cerebro y conseguir un estado de ánimo, que nos haga sentir bien o mejor, también refleja cierto déficit en nuestra incapacidad de regular internamente las emociones.
¿El consumo de sustancias afecta con más calado al cerebro adolescente?
Absolutamente. El cerebro del adolescente es robusto en ciertos contextos, pero es muy frágil ante cosas que pueden haber sido incorporadas en los procesos evolutivos. Por ejemplo, la disponibilidad y el acceso tan fácil que tenemos hoy en día a todo tipo de sustancias altamente psicoactivas, ya sean legales o ilegales, pueden interferir con el proceso de manufacturación (en útero) y de desarrollo (durante la adolescencia) de ese cerebro y, entonces, llevar a una falla del producto.
Hay un tipo de falla que ocurre con la exposición a un producto o situaciones para las cuales el cerebro no fue diseñado. Son situaciones que no han ocurrido nunca durante la evolución humana, como, por ejemplo, pasar todo el tiempo frente a una pantalla o con videojuegos en lugar de exponerse a condiciones sociales y jugar con chicas y chicos.
¿Cómo afecta el consumo de sustancias al cerebro del adolescente?
Una de las cosas más importantes que pasan durante la adolescencia es que el cerebro aprende y desarrolla los mecanismos para procesar la recompensa. ¿Qué es una recompensa? Un mecanismo de aprendizaje que me permite orquestar las conductas que quiero que se vayan repitiendo. Conductas naturales como el sexo, la comida, el ejercicio y otras actividades producen recompensas importantes para la supervivencia y la adaptación al mundo en general.
Sin embargo, cuando esos procesos se realizan en presencia de compuestos psicoactivos que pueden interferir en su desarrollo, el final del camino o el procesamiento de la recompensa puede resultar deficitario. En otras palabras, su desarrollo ocurrió en presencia de compuestos que contaminan el procesamiento correcto de la recompensa.
Los resultados por responder a los mecanismos de recompensa en presencia de alcohol o de tabaco pueden ser totalmente impredecibles. Aunque no en todos los adolescentes, puede terminar en una adicción, ya que los compuestos interfirieron con esos procesos de aprendizaje durante la maduración cerebral que están supuestos por la evolución a ocurrir en un ambiente sin ningún tipo de intoxicante.
¿Qué repercusiones tiene una adicción en el futuro del adolescente?
En su futuro como individuo y también el de su cerebro. El adolescente que usa drogas en forma crónica podrá tener dificultades para gozar de recompensas naturales como el resto del mundo que no usa sustancias. Ese es uno de los impactos más importantes.
Después de haber alterado la programación de esos circuitos durante el desarrollo, la recompensa en respuesta a algo natural, como salir con amigos, la interacción social, practicar sexo o comerte una pizza argentina se debilita y pierde valor. Las drogas son recompensas poderosas que pueden terminar ocupando ese vacío.
La cocaína o la heroína pueden producir mecanismos de aprendizaje de recompensa supra fisiológicos y son, por tanto, anormales. La evolución no puede competir con el tipo (magnitud o calidad) de recompensa que se recibe a través de esas drogas. Por eso muchas veces me refiero a la adicción como un trastorno del aprendizaje. El cerebro aprendió mal a procesar la recompensa y esto tiene ramificaciones a muy largo plazo.
La evolución no puede competir con el tipo de recompensa que se recibe a través de esas drogas.
¿Qué sustancias son las más perjudiciales?
Es muy difícil decir cuál es la droga más dañina. El alcohol, la nicotina, la heroína… son todas muy peligrosas, con diferentes niveles de adictividad y de posibilidad de adicción. No obstante, lo que más nos preocupa son las sustancias estimulantes que se encuentran más disponibles para chicas y chicos: alcohol, tabaco y marihuana.
Para el neuropsicofarmacólogo inglés David Nutt, por ejemplo, el alcohol es la droga número uno en términos de daño y la más peligrosa al ser muy asequible, barata y directamente neurotóxica. Para los jóvenes es la droga más fácil de conseguir y la más adictiva en edades muy tempranas
¿Qué factores pueden llevar a una adicción?
Hay muchos. La edad es crucial. Cuanto más joven se accede a una droga, más probable es que se use de forma crónica y que lleve a una adicción. Otro factor de riesgo importante es la presión de adolescentes del entorno, de sus pares, junto a las fiestas sin control. También sufrir un trastorno mental no diagnosticado (como depresión o ansiedad) puede llevar al uso de drogas psicoactivas como formas de automedicación .
¿Cuáles son las consecuencias psicosociales más preocupantes del consumo de sustancias?
Hay todo tipo de efectos. Lo más preocupante en la adolescencia (además de los efectos agudos sobre la conducta que pueden ser fatales) es el efecto en los resultados académicos, que pueden marcarte para toda la vida en un mundo cada vez más competitivo. Junto a la carencia de buenos hábitos de sueño, la actividad cognitiva sufre con el uso de sustancias. Por ejemplo, aunque dependa mucho de la persona en sí y no tiene por qué llevar a una adicción, la marihuana afecta al aprendizaje y a la memoria. El impacto se va acumulando en los adolescentes, en forma creciente.
La neurociencia ayuda a comprender a los adolescentes cuáles son los problemas que conllevan el uso de sustancias en unas edades tan tempranas
¿Cómo de importante es normalizar y hablar sobre adicción de forma abierta y sin culpabilizar a la persona que la sufre?
Para mí es importantísimo. Hay que explicar a chicas y chicos que el cerebro es un producto diseñado por la evolución, que estos pueden fallar y cómo nos afecta cuando esto ocurre. Creo que hablar de este tipo de temas desde un punto de vista evolutivo es empoderador, porque no pone la culpa, ya que nadie la tiene. Entendiendo fehacientemente los tipos de errores que puede sufrir este producto, nos permite diseñar prevenciones que son mucho más adecuadas y enfocadas.
¿Hay diferencia entre países o es un problema global?
Hay diferencias y es un problema global. Conozco a adolescentes de muchas diferentes culturas y de muchos países diferentes: Argentina, Estados Unidos, México, España, Portugal, Israel… Obviamente, las diferencias no son biológicas, sino culturales.. Lo que sí cambia, por ejemplo, es el tipo de drogas a las que uno puede estar expuesto y su aceptación en la cultura en general. También son universales los métodos de prevención, de explicar, de educar y de empoderar.
La problemática central es el desarrollo cerebral y cómo asegurar que transcurra por carriles lo más saludables posibles, o sea, en este contexto, exentos de compuestos psicoactivos (a menos que hayan sido recetados por un médico competente). Por ejemplo, en Argentina es común que jóvenes de 13 a 15 años vayan a lo que se llaman “previas”, que son fiestas con mucho alcohol y que duran muchas horas en las que se “preemborrachan” para llegar borrachos a la fiesta en sí.
¿Cómo podemos usar la neurociencia como instrumento de prevención?
Tras diez años de experiencia en ello, creo que la neurociencia ayuda a comprender a los adolescentes cuáles son los problemas que conllevan el uso de sustancias en unas edades tan tempranas. Un chico puede comprender que hay que cuidar el cerebro si entiende que no es solamente una masa gelatinosa entre las orejas, sino todo un centro de operaciones producto de la evolución y diseñado para ciertas funciones y para conseguir nuestro bienestar físico y mental. De esta forma abrimos una ventana totalmente nueva para explicar de forma empoderante y sin estigmas.
Desde tu experiencia, ¿hacia dónde va la investigación en neurociencia?
Uno de los puntos más importantes reside en comprender las diferencias interindividuales, identificar los factores de protección que protegen a ciertos individuos. Sabemos que hay personas que pueden usar drogas y llevar una vida funcional. Sin embargo, aún no entendemos cuáles son las combinaciones o los cócteles que permiten consumir heroína o metanfetamina sin que progrese a una adicción.
Esos ingredientes activos que expliquen las diferencias interindividuales en la probabilidad de adicción es un foco de investigación muy importante. Quizás es un gen crítico que permite destruir o modificar a la droga inmediatamente en cuanto entra en el cuerpo, que le dificulta la entrada al cerebro, o que vuelve la experiencia no placentera. También puede tratarse de un ingrediente activo en el funcionamiento de la familia, de la comunidad o de la escuela.
¿Algún consejo de prevención para disfrutar de mejor salud mental?
Hay un instrumento de prevención muy simple pero no por eso menos poderoso, y al que se le presta muy poca atención: dormir ocho o nueves horas diarias. El impacto es muy, muy profundo y la gente no tiene ni idea. Durmiendo lo que tenemos que dormir, podemos incrementar la posibilidad de que nuestro cerebro ande por carriles mucho más sanos y reducir el riesgo de desarrollar casi cualquier enfermedad mental, desde el uso de sustancias hasta la demencia senil.
Hoy en día, este punto es aún más relevante por el impacto de las redes sociales en el sueño y en la prevalencia del uso de sustancias. Tenemos chicos que van a la cama tarde con artefactos que emiten luz que les inhibe la producción de melatonina y se quedan dormidos, con suerte, a las dos o tres de la mañana para levantarse tres o cuatro horas más tarde para ir a la escuela. Muchos consumen sustancias como la nicotina u otras drogas estimulantes para incrementar su capacidad de prestar atención, porque no durmieron lo suficiente. Eso lo lleva a todo un círculo vicioso que no trae nada positivo al final del día. Esto es terrible.
MenteScopia un proyecto multimedia para divulgar información sobre enfermedades mentales y su prevención. Una apuesta por la educación en salud mental dirigida a la población adolescente y que conciencie a pacientes, familias y otros sectores sociales.
Una iniciativa organizada por PsyNal (Grupo de Psiquiatría Traslacional) y CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental) con la colaboración de FECYT – Ministerio de Ciencia e Innovación.
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