

El impacto de la falta de sueño sobre el cerebro adolescente y su salud mental
Dormir puede ser el factor más importante para mantener un cerebro sano y una buena salud mental, sobre todo si tienes menos de veinte años. Aún así, gran parte de nosotros, y de los adolescentes, vivimos privándonos del descanso adecuado, lo que podría provocar efectos negativos en el funcionamiento del cerebro.
A pesar de las recomendaciones que indican dormir, al menos, nueve horas al día, en las generaciones actuales muchos adolescentes aseguran dedicar menos de esa cantidad al descanso. Esta situación es especialmente preocupante dado que la adolescencia temprana es un período crucial para el desarrollo neurocognitivo.
Una de las señales de alarma por falta de sueño la conocemos bien. Por lo general, experimentamos una sensación de neblina mental y percibimos las cosas menos claras y centradas de cómo deberían. Además, como veremos, la falta de sueño afecta a todos los sistemas cerebrales, incluyendo aquellos responsables de la percepción, la memoria, la atención, la toma de decisiones e incluso el proceso de aprendizaje.
Dormir como factor protector para el día a día
Según un estudio de la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño en el que entrevistaron a casi 28 mil adolescentes de trece a dieciocho años, hallaron, entre aquellos que dormían más de nueve horas diarias, una mayor satisfacción con su vida, menos quejas de salud en general y mejor relación con la familia en comparación con aquellos que aseguran descansar menos. En contrapartida, los que mantenían hábitos de sueño reducidos mostraron mayor preocupación por el día a día, además de pensamientos y/o comportamientos suicidas y el uso de sustancias.
A medio camino, los participantes que dormían de siete a ocho horas comunicaron menos sentimientos de desesperanza, menos consumo de tabaco, de alcohol o drogas ilícitas, menos pensamientos suicidas y menos intentos de suicidio en comparación con los que dormían entre seis y siete horas por noche. También cabe destacar que el estudio indica una correlación negativa entre más horas de sueño y menos comportamientos inquietantes, pero se observó un aumento en estos comportamientos después de las nueve horas.
Problemas de regulación emocional
El sueño prolongado se asocia con menos problemas de comportamiento y, además, de una disminución de estados emocionales negativos, así como una mejor capacidad para manejar y regular las emociones. Su restricción, y los problemas que producen como consecuencia, puede tener un impacto negativo en la salud mental y las habilidades de regulación emocional de los adolescentes.
En términos neurofisiológicos, el sueño influye en la capacidad del sistema nervioso para regular las emociones, especialmente en la amígdala. Esta región del cerebro, que forma parte del sistema límbico, se encarga del procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales, fundamentales para nuestra supervivencia. En este contexto, las complicaciones pueden ser mayores en la edad adolescente, ya que el órgano se encuentra en pleno desarrollo cerebral.
Conexiones cerebrales y sueño: cómo la falta de descanso afecta a los adolescentes
Los adolescentes, a menudo, transmiten que el tiempo que dedican a dormir es insuficiente y que suele ser de mala calidad. Cuando no dormimos lo suficiente, las conexiones importantes se ven afectadas, lo que dificulta nuestra atención y procesamiento de información. Este hábito puede afectar negativamente al desarrollo de su cerebro y, por ende, de sus funciones cognitivas, lo que se traduce en un rendimiento académico más bajo y habilidades socioemocionales reducidas en comparación con sus compañeros.
Un estudio publicado en la prestigiosa revista médica Lancet, descubrió que la reducción del sueño afectaba a las conexiones entre diferentes partes del cerebro, como la corteza cerebral (responsable de una gran variedad de funciones, como la percepción, la imaginación, el pensamiento, el juicio y la toma de decisiones) y los ganglios basales (encargados del control del habla o el movimiento).
Además, los investigadores del estudio hallaron que la falta de sueño puede afectar negativamente la estructura del lóbulo temporal anterior, región cerebral fundamental para la capacidad de pensar y aprender. Por tanto, dormir menos de lo adecuado podría tener un impacto duradero en la resolución de problemas, mantener el conocimiento y las habilidades que adquirimos a lo largo de los años.
El uso de sustancias y los trastornos del sueño
El sueño y el uso de sustancias también están estrechamente vinculados a nivel neurobiológico, lo que significa que los cambios en uno afectan al otro. El consumo de drogas puede afectar la duración y calidad del el sueño. A medida que el consumo se vuelve crónico, los problemas de sueño empeoran y, durante la abstinencia, puede emerger el insomnio, que combinado a un aumento en los deseos de consumir, contribuye a la recaída.
Por su parte, los trastornos del sueño son un factor de riesgo para el uso de sustancias, y su gravedad puede predecir el pronóstico de los trastornos por uso de sustancias. La interrupción del sueño aumenta los factores de riesgo que favorecen el uso de drogas.
Por otro lado, a partir de la pubertad, se producen cambios significativos en el sueño, los ritmos circadianos, la función cerebral y el consumo de alcohol. Además, los adolescentes tienden naturalmente a preferir horarios de sueño más tardíos, lo que puede generar desajustes con los horarios escolares. Esta, un mayor consumo de drogas y alcohol, y comportamientos de riesgo en los adolescentes.
Al mismo tiempo, el cerebro de los adolescentes experimenta cambios en los circuitos que controlan la búsqueda y el procesamiento de recompensas. Junto a la falta de sincronización circadiana y la pérdida de sueño, estos cambios en el desarrollo cerebral probablemente contribuyen al inicio del consumo de alcohol.
Reconocer y tratar los trastornos del sueño puede ser una medida preventiva importante contra el uso de drogas. Es fundamental comprender cómo los circuitos y los mecanismos que regulan el sueño se relacionan con los sistemas de recompensa y cómo afectan las drogas sicoactivas. Esto puede abrir nuevas vías terapéuticas para tratar los trastornos por uso de sustancias y prevenir futuros problemas de uso de drogas.
Estudio del CIBERSAM: dormir más mejora la situación de personas con TDAH
El insomnio es el trastorno del sueño más frecuente en la población. De hecho, la cifra se duplica en personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Un estudio liderado por el CIBERSAM y publicado en la revista Psychiatry Research, estudió la relación entre ambos trastornos y ha comprobado que la mejora en la calidad del sueño se asocia con una menor gravedad de los síntomas del TDAH.
Los investigadores, entre los que se encontraba nuestra colaboradora Vanesa Richarte, recibieron una serie de recomendaciones de higiene del sueño y, en caso que fuera necesario, tratamiento farmacológico. Al cabo de tres meses, el insomnio había mejorado o desaparecido en un 44,6 por ciento de los casos y, al cabo de seis meses, se elevaba hasta el 72,4 por cierto. Cuando el insomnio persistía, este se asociaba a la presencia de otros trastornos psiquiátricos como la depresión o a la mayor gravedad de los síntomas de TDAH.
MenteScopia un proyecto multimedia para divulgar información sobre enfermedades mentales y su prevención. Una apuesta por la educación en salud mental dirigida a la población adolescente y que conciencie a pacientes, familias y otros sectores sociales.
Una iniciativa organizada por PsyNal (Grupo de Psiquiatría Traslacional) y CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental) con la colaboración de FECYT – Ministerio de Ciencia e Innovación.
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