Salvador Martínez dedica su labor investigadora a “buscar solución a enfermedades que parecen no tenerla» porque, según sus propias palabras, «alguien tiene que hacerlo». Catedrático de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad Miguel Hernández de Elche y director del Laboratorio de Embriología Experimental del Instituto de Neurociencias de Alicante (CSIC-UMH), trabaja en la detección del origen genético de diversos trastornos mentales y en ensayos clínicos para tratar enfermedades como la ELA.

Cuando estudiaba Medicina ya le atraía la observación del sistema nervioso central, lo que le llevó a formar parte del departamento de anatomía como alumno interno, especializándose en la del cerebro. Lo que llegó después fue una carrera internacional dedicada a la investigación y el nombramiento como director del Instituto Neurociencias hasta el año 2020. Conversamos con Salvador sobre neurodesarrollo, conectoma y, tema principal de MenteScopia, la salud mental en la adolescencia.

 

Neurodesarrollo

 

¿Qué es el neurodesarrollo?

El neurodesarrollo es el camino que hacemos para llegar a ser nosotros mismos. Un proceso por el cual construimos un edificio complejo que va a funcionar de forma adecuada en el contexto y entorno en el que vivamos.

El desarrollo del hígado o de un riñón determina su funcionamiento, pero no somos el órgano. A diferencia de estos, el cerebro nos aporta los circuitos básicos, a todos los seres humanos, para entender el mundo e interpretar la realidad. 

¿Cuánto hay de genética?

Todos nacemos con un cerebro que posee determinadas capacidades y un pequeño background genético que heredamos de nuestras familias. Durante la vida embrionaria, y a partir de esta información genética, desarrollamos los circuitos que nos van a hacer humanos. No obstante, el entorno es definitivo.

¿Tan importante es el entorno?

Los estímulos del entorno, con los que nuestro cerebro se desarrolla después de nacer, van a modificar de forma muy significativa ese patrón inicial. Antes pensábamos que no existían tantas influencias, pero ahora sabemos que son muchísimas. 

¿Cómo afecta el ambiente a las etapas de la infancia?

Hay un experimento con ratones, que tiene sus años, en el que se cruzaron crías recién nacidas entre “madres cuidadoras” y “no cuidadoras”. Cuando estos ratones crecían, llegaban a ser madres cuidadoras o no según la madre que las cuidaba y no como dictaba la genética. Con humanos ocurre de forma similar durante los tres primeros meses de vida.

En nuestro caso, si no nos han cuidado, ni querido, o crecemos en un entorno con carencias sociales, existen muchas más posibilidades de sufrir un estrés post-traumático, por ejemplo. Conocemos el mecanismo: si nos cuidan con cariño aumentan las hormonas del placer, sobre todo la serotonina en la corteza cerebral y esto hace que tengamos receptores que se expresen de forma mucho más intensa ante situaciones de estrés o de ansiedad. 

«La influencia del entorno hace que determinados circuitos cerebrales sean predominantes en la toma de decisiones, en nuestra visión del mundo, en crear una imagen de nosotros mismos…»

 

 

Neurodesarrollo durante la adolescencia

 

Vayamos hacia la adolescencia, ¿cómo afecta el entorno durante estas edades?

Las influencias del entorno hacen que determinados circuitos cerebrales sean predominantes en la toma de decisiones, en nuestra visión del mundo, en crear una imagen de nosotros mismos… Vamos recogiendo a lo largo de la infancia, y sobre todo en la adolescencia, un patrón de lo que entendemos qué es el mundo y lo que somos nosotros. En el futuro nos dará la capacidad de tener pensamiento autónomo y crítico o de decidir lo que queremos.

¿Qué ocurre en el cerebro durante la adolescencia?

La adolescencia es fundamental. Las conexiones neuronales son muy «plásticas». Es decir, se modifican o se eliminan circuitos muy importantes que acabarán influyendo en nuestro proyecto de vida. Los cambios hormonales también son muy importantes. Aumentan determinados neurotransmisores que hacen que los circuitos sean mucho más sensibles, sobre todo la dopamina. El adolescente necesita más estímulos para sentir recompensa, por eso la adolescencia es una búsqueda de experiencias que nos construye como personas.

¿En qué consiste el concepto de poda sináptica?

Durante la infancia se generan la mayor parte de las conexiones entre neuronas, de tal forma que se forman los puntos de comunicación entre estas células que conocemos con el nombre de sinapsis. Al llegar a la adolescencia tenemos más de las que necesitamos, como si hubiésemos puesto muchísimos teléfonos conectados entre sí. La fase de poda sináptica reduce parte de estas líneas, elimina ruido de fondo y se quedan aquellos contactos que tienen actividad y que son necesarios para el correcto funcionamiento del cerebro. No se pierden neuronas, pero sí contactos excesivos que se producen durante la infancia. Podríamos decir que la adolescencia es una enfermedad neurodegenerativa, porque perdemos más del 20% de sustancia gris. 

Ese periodo de poda sináptica es muy sensible. Siempre tenemos capacidad de cambio debido a la plasticidad del cerebro: podemos aprender, olvidar, cambiar de parecer… A lo largo de la adolescencia todo esto ocurre de manera mucho más importante.

¿Podríamos decir que la salud mental depende de estos circuitos cerebrales?

Pensamos que alguien tiene una mente que «funciona bien» cuando podemos entender sus reacciones, comportamientos o sus emociones y cuando no somos capaces lo etiquetamos como un trastorno mental. Las personas que sufren de trastornos mentales no tienen problemas con el número de neuronas, sino con el número de conexiones entre estas células. La mayor parte se diagnostican en la adolescencia tardía. En términos de función cerebral es un periodo crítico, son muy importantes los contactos entre neuronas para el intercambio de información entre estas.

«La alteración por el consumo de sustancias psicoestimulantes podría ser nefasto en una etapa como es la adolescencia, en la que los circuitos cerebrales se encuentran en constante modificación.»

 

 

Cambios en el neurodesarrollo

 

¿Qué factores podrían afectar al neurodesarrollo de un o una adolescente y a su salud mental?

Por el lado de la biología, las sustancias psicoestimulantes, como el alcohol, van a modificar el funcionamiento de las neuronas e incluso pueden ser tóxicas. Otras drogas como la cocaína producen alteraciones en los circuitos cerebrales. La alteración por el consumo de sustancias podría ser nefasto en una etapa como es la adolescencia, en la que los circuitos cerebrales se encuentran en constante modificación.

Por otro lado, encontramos el entorno de amistades y el grupo social. El problema no solo está en el consumo de sustancias tóxicas o estupefacientes, sino que el entorno en el que nos movemos ya es distinto, con personas que van a tener prioridades, expectativas y planes de interacción social que no son las mejores. Entre los adolescentes lo más importante es el grupo de amigos. Tiene mucha más influencia que la propia familia. Los coleguillas son fundamentales.

¿Qué otros factores sociales encontramos?

Por ejemplo, hay diferencias en función del poder adquisitivo o el estatus social. Al estudiar el conectoma, es decir, la conexión global de las distintas áreas del cerebro entendiéndolo como una totalidad y no como circuitos de forma aislada, encontramos que este es más denso en personas con mayor poder adquisitivo. Durante el terremoto de Lorca estudiamos el estrés post-traumático de la población afectada, que aumentó casi un 20 por ciento, pero también observamos que el 90 por ciento de esas personas ya sufrían conflictos sociales o desestructuración familiar. 

¿Por qué es tan importante sociabilizar para nuestro cerebro?

Un niño o una niña que sufra de aislamiento perderá la oportunidad de producir ese conectoma enriquecido que necesita. Sin interacción social el cerebro humano no se desarrolla porque está dentro de nuestras necesidades biológicas y es como si sufriera una amputación. Hoy en día tenemos las redes sociales, pero son elementos abstractos. Para socializar es necesario el contacto humano, porque se desarrolla la capacidad de entender a los demás, tener empatía, ponerse en el lugar del otro… Si no, todo acaba apareciendo extraño y esto puede llevar a actuar de forma agresiva como si todo fuese una amenaza. En este sentido, es importante que la educación sea presencial, para mantener la exposición a estímulos sociales con sus compañeros de clase y el profesorado.

Las áreas del cerebro asociadas a la generación de emociones son las que están más relacionadas con la socialización. De hecho, cuando hay alteraciones de esos circuitos aparecen casos de personas con TEA (trastorno del espectro autista), que mejoran con la interacción social, por eso es tan importante el diagnóstico precoz. 

Si se desarrolla un trastorno mental durante la adolescencia, ¿se puede revertir?

Lo bueno de las enfermedades mentales es que tienen tratamiento, pero no tienen cura per se. Podemos tener una predisposición a padecer una enfermedad mental por la propia genética, pero hay mecanismos de resiliencia que evitan desarrollar un trastorno mental. Es decir, aunque se tenga esta predisposición, cuanto menos exposición a sustancias tóxicas o entornos “tóxicos”, menos riesgo tendremos de no desarrollar la enfermedad.

¿Qué consejos o claves darías a adolescentes para desarrollar una buena salud mental?

Tener una vida lo más activa e intelectual posible y tener capacidad y tiempo para la autorreflexión. Tenemos que pensar todos los días un poco en nosotros mismos, no vivir por inercia.

 

«La mayor ventaja de conocer la genética y su relación con los trastornos mentales es la posibilidad de hacer un diagnóstico precoz en personas con predisposición a ellos»

 

 

Investigación y neurociencia

 

¿Cómo ha cambiado la investigación en los últimos años?

Cada día estamos más cerca de poder decir «la alteración de este gen está asociada a la alteración de esta función» y la «alteración de esta función está asociada a este síntoma de la enfermedad». Esto es, ahora tenemos capacidad de ver qué es lo que cambia en el cerebro y hacer una correlación entre alteración genética, el genotipo, y la alteración funcional, el fenotipo. Hace diez años era impensable y en la actualidad ya estamos publicando sobre ello.

Desde el punto de vista de la salud mental, ¿para qué sirve estudiar la genética?

La mayor ventaja de conocer la genética y su relación con los trastornos mentales es la posibilidad de hacer un diagnóstico precoz en personas con predisposición a ellos, para así eliminar los elementos que le lleven a desarrollarlos. Si finalmente desarrolla alguno, hay que monitorizar cómo responde al tratamiento. Aquí encontramos una de las grandes carencias: la falta de biomarcadores. Lo único que indica la mejora de un paciente es su conducta y esta depende de muchas cosas. A mis colegas urólogos les digo siempre que lo tienen más fácil, que solo con mirar la orina saben que hay piedras en el riñón. El cerebro es complicado pero lo que es realmente difícil es ver cuando funciona bien o mal, porque depende de la observación de la conducta, que es algo muy complejo.

¿Qué técnicas destacan en la actualidad?

Han avanzado muchos las técnicas de neuroimagen. Con la neuroimagen funcional podemos ver cómo el cerebro funciona en pocos minutos. También tenemos la magnetoencefalografía, que permite observar a tiempo real los campos eléctricos y magnéticos y en las zonas donde se activan y donde no. Por ejemplo,  se puede obsrvar a través de  tractografía en resonancia, alteraciones en el conectoma en niños que han sufrido maltrato o que han crecido en ambientes empobrecidos. en cuanto se puedan desarrollar  más y conocer mejor, hacer mejores mapas, podremos ver cómo nuestro paciente tiene un conectoma alterado y como la terapia puede ir regulándonolo en paralelo a la mejora de su conducta. eso va a ser fundamental.

MenteScopia un proyecto multimedia para divulgar información sobre enfermedades mentales y su prevención. Una apuesta por la educación en salud mental dirigida a la población adolescente y que conciencie a pacientes, familias y otros sectores sociales.

Una iniciativa organizada por PsyNal (Grupo de Psiquiatría Traslacional) y CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental) con la colaboración de FECYT – Ministerio de Ciencia e Innovación.

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