«Detrás del TOC hay muchísimo sufrimiento» – Entrevista a Narcís Cardoner

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Desde hace siglos se dice que los trastornos mentales son “trastornos funcionales”: alteran las funciones de la persona, pero no sabemos por qué. Ese enigma siempre fascinó a Narcís Cardoner. Su fascinación por profundizar en las alteraciones del comportamiento le llevó a entender por qué se producen, transmitir ese conocimiento y convertirlo en ayuda para las personas.

Nacís Cardoner tenía claro desde el principio que estudiaría medicina para llegar a ser psiquiatra. “Me gustaba la psiquiatría porque implica un enigma, el enigma de cómo explicas la conducta. Había leído una frase que decía que la conducta es la variable más compleja de entender y descifrar, y como la conducta proviene del cerebro, pues a mí me fascinó estudiar cómo explicar la conducta humana, sobre todo cuando hay una alteración que provoca sufrimiento y malestar en la persona que la padece”.

En la actualidad es profesor de psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y coinvestigador principal del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM). El pasado mes de febrero de 2022, fue nombrado director del Servicio de Psiquiatría de l’Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Conversamos con él sobre los mitos y la realidad de los pacientes que sufren el Trastorno Obsesivo Compulsivo.

 

 

¿Qué concepto existe sobre el TOC en la sociedad?

El concepto que tenemos sobre el TOC en la sociedad es esa persona maniática, que despierta cierta sonrisa porque puede parecer algo ridícula o divertida, cuando la vemos con esas conductas repetitivas, con rigidez en sus decisiones… Vemos casi una versión cómica de los problemas de salud mental. Es el opuesto a la mayor parte de otros trastornos de salud mental, que provocan temor, alarma o pena. El TOC parece que nos puede llegar incluso a divertir. Pero cuando empezamos a profundizar, nos damos cuenta de que detrás del TOC hay muchísimo sufrimiento.

 

¿Pero realmente qué es el TOC?

El TOC es un trastorno mental que se caracteriza por la presencia de unos pensamientos parásitos que la persona identifica como tal, incluso como pensamientos absurdos, pero que no puede desprenderse de ellos, no puede controlarlos. Eso le genera una tremenda angustia acompañada de esa sensación de que en realidad son pensamientos ridículos o absurdos, pero no puede evitarlos. Para intentar enfrentarse a esos pensamientos, muchas veces los pacientes que sufren TOC desarrollan conductas repetitivas, extrañas, que recuerdan incluso a rituales, y con las que buscan mitigar ese malestar. Es una especie de respuesta, que nosotros llamamos ‘compulsión’, que intenta mitigar el malestar que le provocan esas obsesiones. Pero, a pesar de que inicialmente parezca que se reduce ese malestar, ese tipo de conductas hace que los pensamientos persistan y se perpetúen. 

 

¿Hasta qué punto influye la televisión y el cine en la imagen que tenemos de los pacientes que sufren TOC?

El prototipo de persona con TOC que vemos a veces en las series o películas puede influir en esa sensación que tenemos de que son personas maniáticas; pero esas manías, más que hacerle sufrir a ellos, nos molestan a nosotros e incluso a veces nos hacen gracia. Una persona rígida y molesta que, con sus pensamientos absurdos y poco adecuados, nos incomoda y a veces nos despierta cierta sonrisa. Esa imagen se repite muy comúnmente en el cine, desde películas ya casi clásicas como ‘Mejor imposible’, en la que Jack Nicholson padece un TOC que es casi cómico, parece que incluso se divierte haciendo lo que hace. Desde entonces esa imagen se ha cronificado y ha ido apareciendo en otras series o películas más recientes.

 

 

«El Trastorno Obsesivo Compulsivo son pensamientos intrusivos y repetitivos que además generan una interferencia enorme en la vida diaria.»

 

 

¿Cómo diferenciamos a una persona que tiene una obsesión de una persona con TOC?

Depende de lo que se llame obsesión. A veces utilizamos ese término de forma incorrecta. En realidad, una obsesión refleja un pensamiento persistente, intrusivo y parásito que no puedes controlar y que te genera una angustia enorme. Si mi novia me ha dejado, es en cierto modo lógico que no pare de pensar insistentemente en ella. Eso no es una obsesión. Sí lo sería, por ejemplo, que yo acabe de tener un hijo y pensar que voy a perder el control y lo voy a matar. Yo no quiero matar a mi hijo, eso me repulsa y me genera una angustia tremenda, me hace pensar que soy una mala persona, pero no puedo dejar de tener ese pensamiento. Persiste esa duda de si sería capaz de hacerlo y esa duda genera angustia. Otro ejemplo: pienso que por tocar a una persona me puede contagiar una enfermedad grave, a pesar de que sé que no es probable. Ese temor de poder hacer algo que pueda repercutir negativamente en los demás es lo que responde a una obsesión: son pensamientos intrusivos y repetitivos que además generan una interferencia enorme en la vida diaria.

 

¿Cómo afecta el TOC en la vida diaria de una persona?

El TOC interfiere de una forma tremenda en el día a día de quien lo padece. Una persona puede tener obsesiones que le hagan comprobar una, dos, tres, diez veces algo, aunque esté convencida de que está todo bien. He tenido pacientes que no han podido salir de su casa en toda la mañana por no estar convencidos de que no había nada que pudiese suponer una amenaza para ellos mismos o para las personas que viven en su casa. Abrir y cerrar una puerta, comprobar el gas, ver si los electrodomésticos están apagados… Esas conductas pueden llegar a bloquear la vida de una persona.

 

¿Cómo se puede detectar que un adolescente sufre TOC? ¿Cuáles son las señales de alarma?

Hay una cosa llamativa en el caso de los trastornos compulsivos y es que hay personas que conviven con ese trastorno durante años, hasta que empiezan a poder verbalizarlo. El hecho de transmitir al entorno esos pensamientos que tienen les causa vergüenza y angustia, porque creen que es algo que solo les sucede a ellos. Es una sensación muy positiva cuando les dices que eso mismo les ocurre a otras personas, y ves cómo se relajan, porque entienden que no les pasa solo a ellos. Para detectar un TOC, hay que fijarse en esas conductas repetitivas y persistentes que las personas se sienten obligadas a hacer, con la única finalidad de reducir una angustia que va vinculada a un pensamiento que habitualmente no es admisible por las personas. Un gran número de conductas obsesivas van ligadas al daño que uno puede infringir a otras personas.

 

 

«Tenemos tratamientos muy efectivos para el TOC, pero es clave empezar pronto y no perder tiempo. Por eso si alguien cercano sufre TOC, debes sugerirle que acuda a un profesional y pida ayuda.»

 

 

Y cuando un adolescente detecta que un amigo o compañero puede sufrir un TOC, ¿cómo puede ayudarlo?

Lo importante es aconsejar a esa persona que busque ayuda, porque cuanto antes podamos intervenir, mejor. Tenemos tratamientos muy efectivos para el TOC, pero es clave empezar pronto y no perder tiempo. Por eso si alguien cercano sufre TOC, debes sugerirle que acuda a un profesional y pida ayuda. 

Cuando aparece, hay que tratarlo. Porque esas conductas pueden llegar a interferir en la vida de una persona y les hace abandonar aspectos vitales, como salir de casa, comer o asearse. Hay que tener en cuenta que las conductas TOC pueden aparecer desde que somos pequeños, muchas de ellas son completamente normales y podrían no tener repercusión; por ejemplo, caminar por la calle intentando no pisar las rayas de las baldosas. Pero cuando eso se convierte en algo que te ves obligado a hacer, aunque tardes más tiempo en un trayecto, empezamos a sospechar que está relacionado con un pensamiento de tipo obsesivo. 

 

¿Qué hace que una persona sufra un TOC? ¿Dónde está el origen de la enfermedad?

Como la mayor parte de los trastornos mentales, el TOC es una enfermedad compleja. Sabemos que puede intervenir la genética, pero también sabemos que determinadas situaciones estresantes pueden inducir una sintomatología TOC, y que algunas lesiones en el cerebro también pueden fomentar la aparición de estas conductas… Hay muchos factores que pueden intervenir y que de alguna forma interactúan entre ellos y hacen que esa predisposición que cada persona tiene se exprese en forma de TOC. Es frecuente ver familias en las que padres e hijos, o hermanos, desarrollan sintomatología TOC. Al final es una combinación de tu predisposición genética y los acontecimientos que te han sucedido en la vida.

 

¿Hay una clasificación según el tipo de conductas obsesivas que tenga el paciente?

Hemos clasificado el TOC de muchas maneras. Podemos clasificarlos por subtipos, porque hay obsesiones que se asocian a ciertas compulsiones más frecuentemente. Por ejemplo, es frecuente que ante ideas de duda, compruebes, o que antes ideas de contaminación, te laves. También hay conductas de acumulación, que te llevan a acumular todos los tickets de restaurantes por si alguna vez te hicieran falta. Hay una cosa curiosa, y es que el TOC se nutre de la realidad, de lo que sucede en el entorno. Por eso en los años 50, era común un TOC basado en el temor a blasfemar o tener pensamientos impuros, pero ahora hay pocos casos de este tipo. Actualmente es más frecuente que aparezcan pensamientos de tipo sexual: temor a abusar de otra persona, ideas de pederastia o de orientación sexual… También hay TOC que desarrollan conductas motoras muy claras y otros que no, que solo desarrollan pensamientos obsesivos. Hay muchas formas de clasificarlo. 

 

 

«Alrededor de un 60% de pacientes responden perfectamente a los tratamientos habituales»

 

 

¿Hay estigma social hacia las personas que sufren TOC?

Desgraciadamente sí, como en todos los trastornos mentales. No solo por parte de la sociedad en general, sino también desde los propios pacientes, una especie de ‘autoestigma. Es frecuente en personas con TOC tener esa autopercepción de ridículo o absurdo.

 

¿Es cierta la idea de que el TOC no tiene solución?

Tenemos tratamientos muy efectivos para el TOC, pero sí es cierto que hay un porcentaje de personas que no responden a esos tratamientos habituales. La psicoterapia es muy efectiva con pacientes TOC, los fármacos también pueden ayudar mucho e incluso tenemos estrategias más complejas para pacientes que no responden a esos tratamientos más convencionales. La idea de que el TOC no responde al tratamiento es un error. Lo que pasa que los casos que son resistentes son los que más nos impactan y nos llaman la atención, pero un porcentaje muy importante de pacientes, alrededor de un 60%, responden perfectamente a los tratamientos habituales. 

 

¿Qué tipo de tratamientos existen habitualmente para el TOC?

La psicoterapia más utilizada es la terapia de conducta. Un tipo de intervención psicológica muy común es la exposición con prevención de la respuesta: tienes que exponerte a eso que te genera la idea obsesiva e intentar evitar hacer la compulsión. Para tratar farmacológicamente a los pacientes con TOC utilizamos fármacos antidepresivos convencionales, que tienen la característica de que modulan un neurotransmisor que es la serotonina. Solemos usar esos fármacos en dosis más altas de las que utilizamos para otras enfermedades como la ansiedad o la depresión y son bastantes efectivos. 

 

 

«Conocemos bastante bien cómo sería el modelo cerebral que está vinculado con el trastorno obsesivo compulsivo, mejor que en otras enfermedades».

 

 

Desde el punto de vista de la investigación, ¿qué diferencia al TOC de otros trastornos?

Partimos de la idea de que cada vez conocemos mejor qué pasa en el cerebro de personas con trastornos mentales, pero todavía no lo sabemos con certeza. Sí que es cierto que, comparado con otros trastornos como la esquizofrenia o la depresión, los circuitos involucrados en el TOC están mejor definidos, tenemos un patrón bastante bien estudiado de estructuras cerebrales que sabemos que están involucradas. Eso lo sabemos porque muchas enfermedades que provocan lesiones en estas regiones del cerebro originan también TOC. Y también, de forma indirecta, porque se mejoraba realizando intervenciones quirúrgicas en estas regiones. Así que podemos decir que conocemos bastante bien cómo sería el modelo cerebral que está vinculado con el trastorno obsesivo compulsivo, mejor que en otras enfermedades. Una diferencia significativa respecto a otros trastornos.

 

¿Y cómo la investigación científica ayuda a comprender el TOC y sus pacientes?

Ayuda muchísimo, porque la investigación nos está permitiendo, por ejemplo, que en la medida que vamos conociendo las bases neuronales del TOC, sabemos también sobre qué neurotransmisores están involucrados en esas regiones o qué hace que esas regiones funcionen bien o no. Eso nos permite el desarrollo de nuevas estrategias farmacológicas, por ejemplo. Ese conocimiento que nos da la investigación también nos permite incidir en esas regiones concretas del cerebro en casos muy graves, que no responden a tratamientos habituales, actuando directamente sobre el cerebro. Es común un tipo de tratamiento que proviene de la neurología que consiste en insertar electrodos para poder modular la actividad cerebral en casos muy graves. Eso se hace porque sabemos de antemano con mucho detalle qué regiones del cerebro están involucradas. Algo que es más difícil de conseguir, por ejemplo, en la esquizofrenia o el trastorno de hiperactividad.

 

En estos avances de la investigación, ¿el papel de la neuroimagen es vital o es solo una más?

La neuroimagen nos ha permitido dar un paso más allá. La ventaja es que podemos estudiar a muchas personas que tienen TOC, podemos promediar esos cerebros y ver en qué se diferencian de las personas que no tienen ese trastorno. La neuroimagen nos permite ahora incluso interactuar y hablar con pacientes mientras están realizándose la resonancia y podemos ver a tiempo real qué está pasando en su cerebro. Nos da una aproximación fantástica para empezar a comprender qué pasa en un cerebro con TOC y establecer estrategias para mejorarlo, y en consecuencia, mejorar la calidad de vida de ese paciente. 

MenteScopia un proyecto multimedia para divulgar información sobre enfermedades mentales y su prevención. Una apuesta por la educación en salud mental dirigida a la población adolescente y que conciencie a pacientes, familias y otros sectores sociales.

Una iniciativa organizada por PsyNal (Grupo de Psiquiatría Traslacional) y CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental) con la colaboración de FECYT – Ministerio de Ciencia e Innovación.

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